EL PODER DE LAS PALABRAS
En
el mundo siempre hay personas que te van a criticar, animar, aconsejar,
exhortar e incluso insultar pero depende de uno mismo la influencia que
ejerzan aquellas palabras en nuestra vida. Hace poco fui a un concurso de
declamación y gane el segundo puesto, yo me sentía alegre, iba a llevar una
medalla al colegio y mis padres estarían
orgullosos. Así fue, obtuve muchas felicitaciones hasta que una de mis compañeras con más
experiencia que yo en el ámbito artístico
me dijo: Pero has quedado segunda entre los siete que concursaron, que
mal ah. Si yo hubiera ido, yo ganaba.
Cuando ella pronuncio ese comentario,
me desmoroné y por
mi mente vagaron pensamientos
destructivos como que debí
haberlo hecho muy feo para quedar en segundo lugar, que ya nunca recitaría, que
no merecía aquella medalla. Ustedes se
darán cuenta, estimados lectores, que solamente por unas palabras mi felicidad
se acabó y yo misma me destruí
psicológicamente ¿por qué? Porque las tome muy enserio, las creí sin
analizarlas ni cuestionarlas. Ellas influyeron negativamente en mí pero yo fui
quien dio permiso de que lo hicieran.
Ahora,
ya despierta, comprendo que lo que puedan decir los demás influirá en ti, si tú a esas palabras les das mucho o poco
valor. Entonces seamos buenos discernidores, si alguien nos da palabras de
aliento ¡tomémoslas!, como si fueran un
regalo que tenemos que cuidar para que
se conserven. Por el contrario si vienen a nosotros palabras que hieren mejor
dejemos que el viento se las lleve para
que no queden alojadas en nuestra mente.
“Que nos entre por una oreja y nos salga por la otra”, al menos en estos
casos si hay que aplicar este dicho.

Las
palabras tiene poder para edificar o destruir, pero tú decides cuales tomar
para que formen parte de tu filosofía.
Dayanira Sofía López Córdova
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